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Violeta Parra: trabajadora del Arte Popular

La artista nacional Violeta Parra (1917 – 1967), fallecida un 5 de febrero, deja en este mundo un legado cultural eterno, nacido y agigantado en lo profundo del pueblo. El canto y la herencia de Violeta forma parte del alma popular, vive para siempre en nuestra gente.

Nacida un 4 de octubre de 1917 en San Carlos, hija de Clarisa Sandoval, campesina, y de Nicanor Parra, profesor de música.

Desde muy niña Violeta estuvo ligada al canto. Sus padres entonaban canciones tradicionales y su entorno campesino le otorgó aquella sensibilidad que, posteriormente, plasmaría en sus canciones y haría su trabajo. Pero sus inicios como cantora fueron distintos; entonaba junto a su hermana Hilda rancheras, boleros y, en general, todos los ritmos en boga de aquél entonces.

Sin embargo, su más aplicada y meticulosa labor como investigadora y compositora la realizó en la década de 1950. Conoció y aprendió de la música de salón; trabó amistad con la ya afamada folclorista Margot Loyola; y recorrió campos y poblaciones del Valle Central, en búsqueda de la riqueza de nuestras tradiciones. Fue así como conoció a destacados cantores populares (de los cuales, en muchos casos, sabemos gracias a los escritos y registros de Violeta Parra), tales como Rosa Lorca, en Barrancas, e Isaías Angulo, inquilino del fundo El Porvenir quien le enseñó a tocar el guitarrón. En este periplo realizó una importante recuperación del canto rural, particularmente en sus formalidades de “Canto a lo divino” y “Canto a lo humano”, recreando y presentando al público masivo esta importante variable de nuestra cultura popular. 

En 1957 se trasladó a Concepción, donde desarrolló una labor similar que la llevó, incluso, a fundar el 22 de enero de 1958 el Museo Nacional del Arte Folclórico Chileno, dependiente de la Universidad de Concepción. El año siguiente se trasladó a Chiloé con el mismo objetivo.

“Tomé a los cantores populares para darles a conocer su alma, su pensamiento, y tal como los he conocido, como los he oído hablar”

Violeta Parra en Entrevista en Radio Universidad de Concepción el 5 enero de 1960.

Durante todos estos viajes, Violeta Parra fue recopilando el folclor y la sabiduría del campesinado chileno, tomando nota y dando a conocer a una serie de cantores, músicos, escritores, poetas, y otros artistas, quienes con escasa formación académica habían cultivado toda su vida un vasto conocimiento popular. Este incansable trabajo de Violeta por dar a conocer el Folclor de nuestro pueblo, por hacer protagonista al pobre, sin disfraces ni embellecimientos académicos, demuestra el amor gigante que sentía por el pueblo trabajador, por sus costumbres, sus valores y su gente.

Violeta fue también protagonista y testigo de las dificultades del pueblo, del mundo de indignidades de que azotaba a nuestro pueblo en el siglo pasado, lo que la hizo siempre encarnar una posición de clase. En cada canto, en cada paso, cargaba consigo las penas y los anhelos de la clase campesina y trabajadora de nuestra tierra. Violeta aprendió del cantor popular a cantar sin miedo, desde la guata, a viva voz contra las injusticias.

Hoy cientos de instituciones públicas y privadas usan el nombre de Violeta, usan su imagen y sus canciones, aunque no todas, sólo las que sean de su conveniencia. La institucionalidad domestica la figura de Violeta Parra, la vacía de contenido, suaviza su imagen y la hace útil para sus políticas culturales mezquinas y vacías de supuesta “participación popular”. Pero el pueblo rebelde sabe que Violeta no es una artista sin posición, que los “homenajes” de Gracias a la vida son un adorno para las instituciones. Aquí sabemos que su trabajo era en el campo, con el pueblo, y que su mensaje atentaba contra la clase dominante.

Miren cómo sonríen los presidentes
Cuando le hacen promesas al inocente
Miren cómo le ofrecen al sindicato
Este mundo y el otro, los candidatos
Miren cómo redoblan los juramentos
Pero después del voto, doble tormento”

(Miren como sonríen, Violeta Parra)

Es por esto que la figura de Violeta Parra se erige como un faro entre tanto artista sin más aspiraciones que la fama y el aceptamiento de la clase acomodada, entre tanta música sin más horizonte que las ventas y el enriquecimiento. Un ejemplo que contrasta con la actual mercantilización y banalización del arte, que lo hace cada vez más débil y superficial, menos creativo e innovador, cada vez más sin sabor y alejado de nuestra gente.

Pasan los años y el mensaje de Violeta sigue vigente. Tal cual como fue ejemplo para la Nueva canción chilena en su momento, hoy urge un arte verdadero, con espiritú popular, que permita a nuestra gente expresar sus angustias, luchas y anhelos, que eleve su confianza y haga protagonista al pueblo.

En Chile, más o menos por ahí por el año 67, existió un disco de Violeta Parra (Últimas composiciones, lanzado el año anterior) con canciones donde ella hablaba de la verdad, de lo auténtico, de lo verídico, de lo real de Chile (…) Este disco y sus canciones causaron un impacto profundo en nuestro país, porque Violeta Parra ya había dedicado prácticamente cuarenta años de su existencia a recopilar canciones que ella cantaba, las canciones que todo el pueblo canta a través de toda la geografía de Chile, que canta por tradición, canciones que se ensañan de abuelos a padres, de padres a hijos. Y de pronto apareció esto, que causó una conmoción, y nosotros —un grupo de compositores— sentimos que ese era el camino que la canción debía tomar en nuestro país (…) Ese grupo de gente pensaba: ya basta de música extranjerizante, o de música que no nos ayuda a vivir, que no nos dice nada. Que uno se entretiene un momento y que nos deja tan huecos como siempre (…) Violeta marcó el camino y por ahí seguimos”

Victor Jara en Perú, 1973.