Ercilla despertó entre el rugir de las sirenas y los flashes de la prensa, que en todo caso y pese a todo, ya casi no ensordecen ni encandilan los sentidos de un pueblo a estas alturas acostumbrado a luchar. Una vida más puesta a la deriva por aquella razón de la fuerza que no se guarda disparos cuando de defender los intereses del capital se trata.
“Otro comunero Mapuche muerto” es lo que titulan los medios de prensa y la noticia se modela en el sentido que siempre se proporciona la información a la sociedad chilena, que combinada cohesionadamente con gobiernos y tribunales, sentencian la necesidad de atender la “zona de conflicto” con estrategias de control que van desde calibrar una mayor dotación policial y operaciones de inteligencia, hasta volver a poner de moda los debates de “integración”.
Y es esta represión precisamente el atuendo que adorna cada coyuntura de los compañeros de lucha en el sur; y de tal manera no se hizo esperar porque “la violencia está desatada”, han demandado las empresas forestales, los organismos del Estado y en general todo el abanico de personalidades criollas que defiende la riqueza en manos de unos pocos, de esos a los que se les adjudica el derecho a matar sin ser juzgados por ningún tribunal. No hay otra respuesta posible en el escenario actual, pero tampoco hay mártires que endosar a los libros de literatura política porque la lucha es ésta, el camino está trazado y en esa perspectiva qué menos que rebeldía se puede esperar de miles de mapuches, que al igual que el pueblo, va creando los caminos para conquistar y construir su libertad: un solo pueblo, una sola lucha y una sola verdad.
Desde fuera de las comunidades se mira con indiferencia o directamente niegan todo lo relacionado a un conflicto que se prolonga por siglos. Los menos, apoyan de forma dispersa. Lamentablemente algunos lo hacen casi por moda (o conveniencia), sin darle una mayor reflexión a lo que está en disputa y en general a nuestra constitución de pueblo como herederos depositarios de todos nuestros pueblos ancestrales.
No es que los compañeros mapuches estén ahora en plena lucha, se sostiene por siglos; siglos de abusos, de explotación, de engaños; que como todos ellos, todo el pueblo hemos vivido. Y en esa larga lucha de ayer y hoy, nos hemos topado con la muerte, porque cuando hay decisión de luchar hasta vencer, no hay hombre ni mujer que resista el calificativo de “víctima de la represión”.
Cuando un mapuche cae, es un compañero luchador de nuestro pueblo el que cae. Como lo es un obrero forestal o de la construcción que pierde la vida trabajando para una empresa; como una mujer temporera que se expone a duras condiciones de explotación, para que el patrón se lleve las riquezas producidas; como el estudiante pobre que sin recursos ve morir sus sueños de aprender, para seguir su vocación y su futuro.
El sudor y la sangre mapuche, es el mismo sudor y sangre del pueblo trabajador. Nada nos separa, sólo el intento que el enemigo se ha dispuesto a colocar como frontera, porque ciertamente quiere vernos divididos. Somos parte del mismo pueblo que lucha, que aquí y allá se levanta a diario para enfrentar y subvertir la dominación, que va despertando lentamente, que se va haciendo fuerte en la agresión, en la injusticia y en la traición de aquellos que negocian y moderan la pelea al momento de aspirar a un sitial en la institucionalidad de los poderosos, o al ver amenazadas las comodidades que el modelo les ha dado, por migajas que sean.
No sólo hemos sido despojados de la tierra en épocas de oscurantismo, la cultura también fue pisoteada y con ella los valores humanos fundamentales que deben volver a regir el accionar político para recuperar lo que nos pertenece y desde donde deben erguirse las bases del proyecto político revolucionario.
Ese proyecto y ese factor de identidad que nos convoca, no requiere de consignas solidarias, gestos de simpatía, ni intereses mezquinos para aprovechar la coyuntura. No venimos hablar desde aquí lejos, no venimos hablar desde “nosotros” hacia “ustedes”.
Y eso, porque no estamos impávidos, ni desmovilizados; estamos apurados y buscando levantar la alternativa popular y revolucionaria, única que será antagónica al orden existente.
Por ello es que hermanados en un sólo destino de combate y victoria, nuestra lucha es y será siempre una lucha popular.
GRUPOS ACCION POPULAR
Agosto, 2013.