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LA MAGIA MATEMÁTICA Y LA POLÍTICA

El gran temor de los bancos es que nadie deposite… así es. Y es que no hablamos de chilenos que quiebren sus “chanchitos” y entreguen sus ahorros en las cajas de prestigiosos y rentables instituciones financieras; al fin y al cabo, la otrora alcancía de greda no es más que un objeto de museo.

Nos referimos a ese pavor que comparten junto a empresarios capitalistas, estados y gobiernos; y es que: “la gente no deposite su confianza en ellos”.

Pavor a que un día no creamos lo que nos dicen de cuentas fiscales, sobre tasas de interés, sobre el nivel de endeudamiento, sobre las posibles ganancias, sobre todo lo que ellos representan. Para que no cunda esa desconfianza, se respaldan en indicadores y modelos diseñados al cobijo de las matemáticas avanzadas, muy complicados de cuestionar. A decir verdad, intencionadamente se nos muestra la economía de forma compleja, para hacerla impenetrable al común de los mortales, generando un manto de certidumbre en base a un conjunto de datos que atrapan la realidad en torno a conclusiones obtenidas por técnicos especializados con la prerrogativa de manejar esas ecuaciones.

La sociedad completa se subordina a los resultados entregados por estos especialistas, de tal manera que los políticos antes de lanzar propuestas deben validarlas mediante un modelo predictivo; y antes que el Estado tome medidas, tienen que aprobarlas un indicador de tendencia. Asimismo, los grandes empresarios proyectan sus ganancias a futuro con la anuencia de los asesores de las ciencias exactas. Es así como las decisiones quedan usurpadas por un tipo particular de especialista, que por su acceso a grandes volúmenes de información, pueden producir fórmulas matemáticas con robustez estadística. Estos técnicos son los que están incorporados en los centros de pensamiento que el propio modelo ha generado para su reproducción.

La combinación de la toma de decisiones en manos del técnico, con éste mismo trabajando para reproducir el modelo, es conocida como tecnocracia. La tecnocracia busca predecir lo que vendrá a partir de un estudio técnico que determina las resoluciones a adoptar hoy, bajo lo cual lo relevante es la estimación futura, el valor esperado, donde el presente poco importa.

Entonces, ¿Cómo podríamos “esperar” si no tenemos confianza? La confianza es uno de los factores que está en la base para el funcionamiento de la sociedad. Podríamos decir que es el aderezo balsámico para que la ideología logre permear la idea de naturalidad; y así, naturalizar toda nuestra vida: el cómo vivimos, el cómo trabajamos, hasta el cómo nos vestimos encuentra su respuesta en las formas naturalizadas de entender nuestra vida. La confianza le entrega sustento al modelo para su funcionamiento, éste a su vez, le proporciona condiciones de sustento a la confianza.

Pero la marcha del modelo no sólo requiere de confianza, sino que requiere de procesos objetivos: de leyes, de trabajo, de importaciones, de exportaciones, de compra de bienes, de servicios desplegados y funcionando, etc., sin embargo, si no existe confianza depositada en el desempeño del sistema, nadie querrá invertir, nadie querrá votar por algún político, nadie querrá participar de alguna manera en la reproducción sistémica. Ahora, si por alguna razón la confianza se resquebraja, poniendo en peligro la mantención del orden que impera y provee de ganancias a un sector, éste siempre podrá echar mano al garrote como medio para conservar los privilegios.

Hoy todos parecen tener confianza: los poderosos, el estado, los gobiernos y el pueblo; aunque a este último no le quede mucha alternativa que confiar. Si existe un problema en el funcionamiento objetivo y se logra mermar la confianza, el problema se podría multiplicar por lo menos temporalmente, pudiéndose producir graves complicaciones, cuestionamientos, desafiliaciones. Entonces, como parte de una creación mágica, el desafío es mantener la confianza a toda costa, pese a que el funcionamiento objetivo esté operando de manera incorrecta.

¡Y así ocurrió! El mago metió la mano al sombrero y no salió un conejo. Un día despertamos y resultó ser que los modelos matemáticos mostraron fallas, que las proyecciones estadísticas apuntaron en direcciones distintas a las que nos dijeron. El conejo no es conejo y la paloma tampoco lo es. En Chile burdamente nos presentaron estudios que carecen de credibilidad; y a nivel internacional las bases para las proyecciones carecen de veracidad. La estadística, el cálculo computacional, los economistas, se equivocan. Los técnicos se han equivocado reiteradamente… tan sólo pañuelos son los que salen del sombrero. Cuando se equivocan, la magia se desvanece y son los pueblos los que pagan las consecuencias.

Hace algunas semanas salió a la luz pública una serie de cuestionamientos relacionados con el cálculo del IPC. Resulta que desde el 2009 la metodología que se aplica para saber cuánto ha aumentado el costo de la vida en nuestro país arrastra errores. Estos errores tienen múltiples implicancias. Todos los gobiernos buscan tener la inflación controlada, porque el fenómeno de bajo IPC sería un logro de la administración de turno. Lo que nos importa a nosotros, es que mediante el IPC se reajustan los sueldos, se reajustan las pensiones, se reajustan los ingresos en general. También se reajustan los arriendos, los préstamos, las tasas de interés, todo se calcula según el IPC. Errores metodológicos pueden existir en cualquier cálculo, el problema son las implicancias que estos tienen sobre la gente, sobre la sociedad. Ese pareciera ser un tema sin mayor importancia, nadie se apura en solucionar el tema. Hemos vivido cuatro años con un indicador que es producto de nuestra imaginación, un conejo salido del sombrero que dice representar lo que sucede en la economía, pero en realidad la magia está torcida.

Así se ha regido el comportamiento de nuestros ingresos y gastos, el tema es que nosotros no vivimos de ideas, vivimos de lo material, de lo real, de lo concreto, de comprar la comida, de pagar la locomoción, el arriendo, etc.; todo cada día más caro y nuestro ingresos más bajos. No es casualidad esto que dice la sabiduría popular en el paradero de micro: “cada día sale más caro vivir”.

El mismo gobierno se plantea como hábil en el manejo de la economía, “alto crecimiento y baja inflación”, un hecho virtuoso. Ciertamente son cuestionables ambas aseveraciones, sin embargo, no es la intención hacer eco de las múltiples interpelaciones de moda que le hacen a la metodología utilizada, promovidas por el escenario electoral que ya está en marcha, dado que aquel debate invisibiliza el IPC de la gente normal, el verdadero costo de la vida de los pobres. Claramente, si en este debate conveniente con los tiempos, donde todos evaden el cuestionamiento a la forma en que se calcula la canasta básica, nos quedamos tan sólo con las reglas impuestas y las fórmulas consensuadas, los errores y consecuencias son de proporciones.

Por si fuera poco, bajo la conducción ministerial del actual precandidato a la presidencia de la republica, los técnicos del INE realizaron descaradas manipulaciones en los datos del Censo para presentar resultados exitosos, considerando 800.000 personas más como gente censada. La ambición fue el néctar que motivó la malversación, sentirse los mejores técnicos, lo importante era hacernos creer que era el mejor Censo de la historia, dejando el registro de la realidad reducida a la categoría de irrelevante. Su mezquindad tiene como consecuencia serias desviaciones en la lectura del comportamiento demográfico, la cantidad de niños, la cantidad de mujeres, de pobres, el estado de los ingresos, la situación educacional, la religiosa, etc. Estos datos son la base muestral para realizar cualquier estudio, por lo tanto, con datos distorsionados la percepción global de Chile será distorsionada.

Ahora ¿se distorsionaría de forma homogénea por clase social?… categóricamente No. El tema es que la distorsión desvirtúa la situación de la mayoría de la gente; que digamos, afecta fundamentalmente a los nueve primeros deciles de la sociedad. Un cuestionamiento más profundo estaría en el análisis detallado del Censo, donde subyacen una serie de errores metodológicos, de omisiones, de tratamientos tendenciosos. Tampoco queremos ser un parlante más de otros aparecidos cuestionamientos, pero nuevamente si nos quedamos con lo válido, lo aceptado, encontramos errores. Los errores a nivel de los técnicos especialistas aquí se han potenciado mediante una manipulación consciente para presentarnos una imagen tendenciosa, una imagen de la realidad que sólo existe en los números mal versados. No es novedad que los magos intenten hacer actos para lograr representar la realidad de una forma torcida, no es novedad que no siempre les resulte, que exista algún detalle que se quede fuera de control o que algún ayudante no sea lo suficientemente cómplice quedando expuesta la burda realidad.

Fuera de nuestras fronteras, existen varios indicadores matemáticos que se esgrimen para justificar decisiones del FMI, del gobierno de EEUU o de la comunidad Europea. Nos detendremos en sólo dos que últimamente han sido cuestionados por ellos mismos: la austeridad como clave para disminuir el gran endeudamiento fiscal, y la capacidad expansiva que tiene la economía a partir del gasto fiscal. Un estudio reciente que contrapone lo dicho por las aritméticas, mostró la presencia de errores de digitación, errores de omisión de datos y errores de agrupamiento en los datos utilizados para construir el modelo que sustenta la austeridad. A partir de ello, voces alborotadas salieron a decir que se trata de ¡un grave error!, y la austeridad podría no ser la clave para sacar esas economías de su recesión.

Para peor de los males, se suma descubrir que un factor de crecimiento (multiplicador) asociado al gasto fiscal en Europa, resulta que habría sido mal calculado. Básicamente se estimó una tasa de crecimiento a partir del gasto fiscal en los países de Europa, que en realidad no fue tal. Otra vez el déjà vu, cinco años más tarde, llega a cuestionar la fórmula, el crecimiento será menor y el modelo estadístico habrá que rehacerlo. Así es como dos ilusiones matemáticas dan paso a un conjunto de medidas tomadas para por los Estados, cuyas implicancias no tenemos que recordar a quienes afectan al final de la cadena.

Las matemáticas, como ciencia potente que es, fue desarrollada para el servicio de la humanidad, de toda la humanidad; no sólo para un puñado que se ha encargado de secuestrar el conocimiento como un privilegio propio. Las matemáticas mal utilizadas, con sesgo ideológico, han creado ilusiones para crear certezas en temas que realmente no lo son. Nada indica que las grandes decisiones se toman a partir de un sentido científico, no son comprobables, no sirven para ser proyectadas. Todo indica que la tecnocracia ha sido construida para entregar respuestas amparadas en las matemáticas, pero que los métodos utilizados tuercen la realidad para solapar concepciones que son de corte económico, político e ideológico.

Esas concepciones que forman un modo de producción que opera sobre la sociedad, se respalda en las estadísticas para embaucarnos con ideas de conejos y de palomas. Algo ya sabemos de cómo la ideología nos presenta una realidad torcida, una realidad inventada. No es la primera vez que suceden errores ni será la última, errores encontraremos por doquier. El conocimiento, el cuestionamiento es responsabilidad nuestra, su divulgación también.

GRUPOS ACCION POPULAR
Mayo, 2013.