
Durante la década de los 60 se había acrecentado enormemente la crisis habitacional en Santiago, agudizándose la situación de los pobladores de forma sostenida, mientras los gobiernos se mostraban indolentes e incapaces de darles soluciones a las familias. Hacia la década de los 70, en la comuna de Barrancas habitaban más de 2600 familias que no tenían casa, viviendo de allegados, arrendatarios o indigentes, todos indistintamente en condiciones precarias.
“Yo vivía en Comandante Chacón, en una cuestión de canutos, pero la pieza de nosotros era dormitorio, comedor, cocina, baño, porque los cabros chicos tenían que hacer ahí en el comedor (las necesidades) e ir a botarlo al fondo… Entonces a mí esa cuestión me tenía enferma…” (Margarita Quiroga).
La situación se había vuelto insostenible hasta este punto, obligando a la gente a organizarse en distintos comités de vivienda para buscar una solución. El Comité de vivienda “Los Sin Casa” se habrían estado organizando durante 2 años, formándose a través de distintos comités territoriales, inscribiendo gente, juntando fondos y cumpliendo con todos los requisitos que imponía el gobierno para acceder por las vías legales a los terrenos. Sin embargo, ante los constantes retrasos y fallos de la administración, el comité central de las organizaciones vecinales decidió realizar una toma como medida de presión para exigir la solución habitacional.
Ya escogido el sector, el Comité Central se avocó a la tarea de organizar la toma, informando a los integrantes de los distintos comités de forma discreta a través de un grupo especializado de personas que denominaron los “enlaces”, quienes difundieron el día, la hora de la acción y los requerimientos para cada comité. De forma paralela, se “corrió la voz” de que la toma sería en un sitio eriazo de Pudahuel, cuando en realidad el lugar escogido era los terrenos de Invica, en San Pablo, a la altura del 6.600, de forma tal que los contingentes de carabineros se concentraran muy lejos a la hora de la toma como para impedirla. Y para hacerlo más creíble, a un pequeño grupo de pobladores se le dio la tarea de intentar tomarse esos terrenos. Ese mismo día, el Diario El Siglo publicó una nota detallando de forma vívida los hechos:
El Comité Central organizó la toma, informando a los comités de base a través de miembros “enlace” que informaban el día, la hora y los requerimientos de la acción. Se corrió la voz además de que la toma sería en Pudahuel, a la vez que se mandó un grupo pequeño de gente a tomarse esos terrenos, para que carabineros se encontrara muy lejos a la hora de la toma como para impedirla.
“La espectacular toma de terrenos se realizó a las 2:15 de la madrugada de ayer, burlando un férreo cordón policial y fue protagonizada por hombres, mujeres y niños que, cansados de la larga tramitación de la Corvi y del gobierno de la pomposamente llamada Operación Sitio, empaquetaron sus bártulos, tomaron a sus chiquillos y a sus perros y en carretas de manos, bicicletas y hasta carretones tirados por caballos se apoderaron de un ansiado pedazo de tierra para levantar su hogar.
Presenciamos escenas vívidas, emotivas. Vimos a madres junto a sus pequeños hijos tomados de la mano formando una cadena humana impresionante; eran niños y niñas morenitos, pálidos, rubios algunos, bellos como todos los niños. Ninguno lloraba, excepto las guaguas, y los más grandecitos cargaban sobre sus hombros los bultos o canastos. Vimos nacer una población de cuatro mil almas en quince minutos.
Todo surgió de la oscuridad, de las tinieblas, por decirlo así. Nadie encendió la vela hasta que estuvo levantada la carpa, hecha de lonas, de sacos, de simples sábanas o de cartón. Se sentía solo el ruido de los martillos en la oscuridad, se clavaba casi por instinto y de improviso. Cuando fueron guarecidas las guaguas del intenso frío de la madrugada, comenzaron a encenderse las fogatas, las velas, los chonchones.”
Apenas 40 minutos después los pobladores tuvieron que resistir la represión de Carabineros, quienes sin embargo no pudieron ingresar al lugar, ya que el comité central, previendo un eventual desalojo, había ordenado romper los puentes de madera que daban el acceso a la toma una vez que hubiese ingresado toda la gente, lo que les permitió resistir durante las primeras horas de la toma. Sin embargo, alrededor de las 6 am, 12 buses, 7 camiones militares y más de 500 efectivos de carabineros hicieron ingreso al lugar con orden de desalojar, derribando carpas, quemando pertenencias y golpeando sin misericordia hasta a los más pequeños. Esto no obstante no quebró el espíritu de los pobladores, quienes lograron resistir en la toma hasta que la opinión pública supo de este acontecimiento, permitiéndoles recibir ayuda de todos los sectores del pueblo.
La población se llamó Lo Herminda de La Victoria, en memoria de una recién nacida que falleció durante la toma. Si bien las versiones oficiales indican que falleció producto de una neumonía, existen numerosos relatos de que el verdadero motivo fueron golpes propiciados por carabineros.

La Toma de duró poco más de un año, donde, además de la represión policial, tuvieron que soportar los embates del clima en las precarias condiciones del lugar: sin agua potable, sin sistema sanitario y viviendo en carpas o pequeñas construcciones de madera. Ello no habría sido posible sin la participación de los comités ejecutivos de la toma, quienes crearon distintas comisiones para sostener la vida en comunidad. Se asignaron roles a cada poblador, como cocineros, constructores, seguridad, etc., se identificó a la gente para evitar la llegada de los “paracaidistas”, este grupo de gente que se quería aprovechar de los beneficios que traería la toma sin haber participado ni luchado como sus compañeros, y además se planificaron los terrenos que la gente exigía.
Esta toma marcó un hito, demostrándole a los pobladores de aquella época la posibilidad de pensar en propuestas de vida colectiva. Se trató de un ejemplo de triunfo y dignidad para los pobladores, marcando un camino para las demás organizaciones de la época.
Victor Jara, cantautor chileno, escribió el álbum “La Población”, inspirado enteramente en la toma, rescatando una lucha ardua, llena de anhelos, pero enteramente feliz bajo el sueño colectivo. Así es como en sus canciones se retrata a los pobladores trabajando, marchando, cantando y bailando en torno a la vida que construyeron durante más de un año.