Oriundo de Martinica, el revolucionario caribeño Frantz Fanon fue condecorado por la Resistencia Francesa en la lucha contra los nazis y militante del Frente de Liberación Nacional de Argelia. Vivió entre 1925 y 1961, dejando una profunda huella en movimientos y organizaciones revolucionarias, especialmente aquellas que lideraron luchas de liberación nacional anticolonial. Su pensamiento y acción fueron cruciales para los procesos de emancipación de los países africanos, enfrentados a potencias europeas que mantuvieron sus colonias hasta bien avanzado el siglo XX.

Fanon desmantela la idea de que la colonización tenga relación alguna con la civilización, revelando su verdadera naturaleza como un proyecto de saqueo, racismo y violencia. Su análisis destaca las profundas heridas que este sistema dejó en los pueblos colonizados y subraya cómo los procesos de liberación nacional otorgaron dignidad y rebeldía en quienes resistieron.
Un aspecto central de la liberación es, según Fanon, la “des-cosificación” del colonizado. En Los Condenados de la Tierra, señala que este proceso sólo es posible mediante la lucha de liberación nacional, en la cual el colonizado recupera su humanidad y se convierte en protagonista de la historia. Este proceso histórico involucra complejas relaciones entre colonizadores y colonizados, las cuales se encuentran marcadas por el miedo, el odio, admiración y heridas históricas profundas. En Sociología de una Revolución, Fanon advierte que es esencial identificar los pilares de la dominación, desenmascarando actores aparentemente neutrales, como los médicos europeos en África, quienes, a pesar de curar y aliviar a muchos africanos, seguían siendo engranajes del sistema colonial. La superación de estas relaciones sociales exige transformar radicalmente el sistema social y fundar nuevas relaciones basadas en la justicia e igualdad.
Para Fanon, la descolonización implica necesariamente un proceso violento de ruptura, ya que es el único camino para socavar los fundamentos del sistema colonial. Reivindica la lucha armada como la máxima expresión de conciencia revolucionaria, desafiando la narrativa burguesa que estigmatiza la violencia de los oprimidos. Fanon subraya que esta violencia no es irracional, sino una respuesta legítima a la opresión sistémica, y critica a los partidos pacifistas por su indigno servilismo hacia la burguesía.
Un desafío clave en los procesos de liberación, es determinar el momento adecuado para la acción revolucionaria. En Los Condenados de la Tierra, aborda la necesidad de condiciones objetivas y subjetivas para que las luchas sean exitosas. Las condiciones objetivas implican una crisis en las estructuras de explotación y dominación, mientras que las subjetivas se refieren a la decisión de los explotados de no tolerar más su situación. El rol de los revolucionarios es acelerar la maduración de estas condiciones, enfrentando la pasividad que impulsa el reformismo.
Otro tema crítico que Fanon aborda es la identificación de los sujetos revolucionarios con ciertos sujetos sociales. Critica a los partidos de izquierda que priorizan a las élites conscientes y sus intereses, en lugar del pueblo en su conjunto. Fanon reivindica a los sectores marginados como protagonistas de la transformación social y destaca incluso al lumpenproletariado como una fuerza capaz de rehabilitarse y sumarse a la lucha revolucionaria mediante la acción política radical.
Hoy más que nunca, las ideas de Fanon resuenan con fuerza. El progresismo, al enfocar todo su discurso en minorías y élites profesionales y sus intereses, ha demostrado ser incapaz de generar los cambios profundos que el pueblo necesita. La indecisión, la falta de carácter y el distanciamiento de las demandas populares hacen del camino progresista una vía segura hacia la derrota. Tal como Fanon nos enseñó, desde los Grupos Acción Popular insistimos en que el único camino hacia la revolución es el protagonismo y la lucha del pueblo, mediante su organización, rebeldía y proyecto político popular.