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Basta de federaciones oportunistas, títeres del gobierno. En la lucha diaria se construye organización estudiantil revolucionaria

Desde hace ya varios años, el movimiento estudiantil vive un reflujo cada vez más agudo. Esto lo vemos reflejado en la gran disminución que ha tenido la participación de los estudiantes en los espacios de organización más directos (tales como colectivos sociales y políticos, centros de alumnos, consejos de cursos, etc.) como también en los más lejanos (Federaciones, congresos refundacionales u otras instancias institucionales). Aquello ha provocado que exista cada vez menos incidencia en las decisiones que se toman en los espacios estudiantiles y mayor resignación ante una serie de injusticias evidentes de la universidad que influyen diariamente en la vida de nosotros, como estudiantes y futuros profesionales.

Esto se ha hecho tan cotidiano que es normal que pasen por encima del estudiante una serie de decisiones que profundizan la precariedad de nuestra formación, lo que se agudizó durante la pandemia. Se ha vuelto habitual la reducción de contenido en las mallas curriculares, el aumento desmesurado de matrículas sin la más mínima planificación (dejando compañeros sin salas, sin casinos, sin espacios de estudio, sin cupos en sus cursos obligatorios, etc), la eliminación de prácticas profesionales, entre otro sin número de situaciones indignas, a las que la mayoría de los estudiantes sólo han podido responder agachando la cabeza, con triste resignación, esperando terminar lo más pronto posible su carrera.

La organización estudiantil hoy se resume en asambleas virtuales, grupos de WhatsApp y formularios de Google Forms. Sin ninguna vergüenza se aparecen una vez al año llamando a votar por ellos, utilizando cualquier mecanismo para salir electos, y nos invitan a participar de nuevos inventos para poder validar sus instituciones, ya sea con procesos de refundación federativa truncos, más que cuestionables votaciones online y hasta dando premios para incentivar la votación, entre otras artimañas. En vez de afrontar las problemáticas de participación estudiantil, las dirigencias se han dedicado, desde sus mesas de federación (interinas o sin quorum), a construir su futuro político en el congreso o para participar de procesos constituyentes antipopulares, siguiendo fielmente el ejemplo del actual gobierno progresista, compuesto por ex dirigentes estudiantiles.

Desde hace ya años que las federaciones del gobierno no son capaces de cumplir siquiera con sus propias proyecciones, ya que no han logrado posicionar sus demandas en la palestra nacional a falta de respaldo. Menos aún son capaces ni están interesadas en instalar la educación en el debate nacional.

El motivo es claro, la estrategia progresista de institucionalizar las luchas estudiantiles ha vaciado de contenido y participación a los espacios organizativos y de discusión, llevando a una muerte lenta al movimiento estudiantil. Las mesas de negociación, el trabajar codo a codo con las autoridades, los comités, las comisiones de trabajo y otra serie de vías institucionales vacías completamente de poder estudiantil y de participación real (incluso siendo triestamental), son instancias en las que siempre salen ganando las autoridades, que disfrazan hábilmente estos espacios como instancias democráticas, cuando realmente solo se dedican a desgatar hasta agotar la fuerza de los estudiantes. Pero a los dirigentes no les importa, mientras la institucionalidad les sirva para sus intereses de convertirse en figuras públicas y construir su carrera política.

Esta misma vía la defienden también a nivel nacional, llamando a participar de los procesos constituyentes, que como hemos visto, han fracasado igual que han fracasado incontables mesas de trabajo, ya que cada vez que se institucionalizan las demandas, las manipulan y orientan a sus intereses, desgastando las movilizaciones y dejando petitorios sin cumplir. Con una cara amigable y sumándose al discurso de moda, han hecho de su política un simpático engaño, lleno de retórica y simbolismos, pero vacío de crítica y lucha real contra el modelo.

La CONFECH, dirigida por los partidos oficialistas de la alianza Frente Amplio-Partido Comunista, ha utilizado todas las herramientas que tiene a su disposición para contener las legítimas movilizaciones que han intentado levantar los estudiantes y que no sean fines al programa de gobierno. Es el caso del 2022, que mientras los estudiantes levantaron movilizaciones por el retorno a la presencialidad y las condiciones de estudio, el progresismo ignoró las demandas y las reemplazó artificialmente por el aumento a la Beca Junaeb, orquestando una sucia maniobra desde el gobierno, quien resolvió rápidamente la mezquina petición, permitiendo apaciguar cualquier conflicto que se pudiese dar con los estudiantes.

Es claro que las actuales dirigencias le temen a la protesta y al descontento estudiantil.

En su apoyo incondicional al gobierno, apuestan al consenso y la tranquilidad, incluso si eso significa ignorar las demandas y problemáticas de los estudiantes, o deformarlas a modo de que puedan ser incluidas en su línea discursiva.

Las Federaciones universitarias han muerto, hoy no tienen peso alguno. Tras años de elecciones y proyectos que no convencen, han terminado por conformarse en mesas interinas, que sin vergüenza alguna no los ha limitado a aparecer en televisión bajo la pomposa chapa de “Presidente/a de la Federación”, cuando la realidad es que en la universidad nadie los conoce ni mucho menos los hemos visto trabajar por la resolución de nuestras problemáticas cotidianas. La infraestructura es cada vez más indigna, faltan insumos y materiales de estudio, hay cada vez más recortes en los contenidos de las mallas, el acceso a los espacios de estudio como bibliotecas y salas es cada vez más mezquino y controlado, existen problemas con las prácticas profesionales… La lista puede continuar con un sinfín de situaciones más, lo que ocurre ante el silencio cómplice de los dirigentes.

Es por esto que miles de compañeros ya no creemos ni con amos en las Federaciones estudiantiles, llenas de caras sonrientes y discursos atractivos, aunque vacías de propuestas y trabajo.

Como estudiantes de los Grupos Acción Popular instamos a enfrentar al progresismo y sus prácticas oportunistas. Debemos alzarnos y destruir el trampolín político que han hecho con las federaciones. Por ello nos damos a la tarea de hacer crecer la organización, la protesta y día a día levantar trabajo colectivo en cada uno de nuestros espacios de estudio, para así construir una alternativa que sirva a los estudiantes y sus necesidades. Con cada compañero dispuesto a luchar levantaremos poder estudiantil en cada rincón de nuestras universidades, para hacer de estas un espacio de formación plena e integral.

FRENTE EL PROGRESISMO Y LAS AUTORIDADES UNIVERSITARIA

¡A LEVANTAR ORGANIZACIÓN ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIA!