Lejos está aquel tiempo en que la educación de los chilenos era puesta como una prioridad en todo sentido. Lo era al momento de destinar recursos para cubrir la formación de los jóvenes en todos los niveles, en el espíritu de un pueblo educado. También lo era al momento del discurso de que la educación era una variable inevitable para el desarrollo del país. Y especialmente, la valoración innegable de los maestros, que no sólo entregaban conocimiento a sus alumnos, sino que también eran una guía valórica para que se incorporaran a la sociedad. Si bien ese reconocimiento, por décadas no tuvo una devolución consecuente en sus sueldos, los profesores portaban orgullosos su rol social y humano que implicaba su trabajo.
Pero si esos tiempos están lejos y la educación paulatinamente se ha ido precarizando en todos los aspectos, no hay mayor abandono que el mostrado estos últimos años. Resultado de esto es cómo la pérdida de sentido de los alumnos por estudiar y la pérdida de motivación por enseñar de muchos profesores se ha ido esparciendo como una lava destructiva. Cómo pedir vocación y exigir dedicación sin excusa a los maestros, cuando su cotidianidad se llena de escupitajos, golpes, amenazas de apoderados y expoliación de los directivos para hacer la vista gorda y falsear datos para cumplir los indicadores, de un sistema escolar que se convirtió en una condena de privaciones para la educación de niños y jóvenes.
El futuro de los jóvenes docentes que hoy ingresan a la labor profesional, enfrentando esta realidad, más aún, con una pobre formación en conocimiento y herramientas pedagógicas, no parece auspicioso. Y si alguien quisiera tildar lo dicho de una representación distópica y exagerada, la última señal de desprecio con los profesores, fue el oprobioso numerito de Boric, Cataldo y Aguilar, al presentar la solución a la Deuda Histórica. Este trío, como disciplinados soldados de la banda de crimen organizado del Estado Neoliberal y sus jefes del poder económico, asestaron el más duro golpe a la dignidad y esperanza de una reivindicación de cuatro décadas.

La Deuda Histórica ha sido sin duda, la demanda más recurrente dentro del movimiento docente. Sin conocer mucho de sus causas y razones, los profesores de distintas generaciones han aceptado éticamente esta demanda por lo indignante de su origen y el difícil contexto en que muchos de los afectados transitan su última parte de vida en condiciones de miseria. El año 2021 fue una de las promesas de campaña de Gabriel Boric, con el objeto que el gremio se inclinara por su figura para entrar a la Moneda, avalado por la directiva del Colegio de Profesores, que sumó abiertamente su apoyo a la candidatura, como “representantes de los intereses del profesorado”.
Esta deuda, tuvo su origen en Dictadura Militar, debido al incumplimiento de una ley que mejoraba los sueldos, incrementando su salario base y sumando una asignación especial para los docentes del sistema público, que fue desconocida al momento de traspasar los establecimientos desde el Estado a los Municipios. La consecuencia no sólo significó la disminución real del salario de los profesores en ejercicio, sino que los condenó a una jubilación de espanto que confinó y sigue confinando a miles de profesores a vivir bajo la línea de la pobreza. Los afectados sumaron 78 mil profesores, de los cuales, lamentablemente han fallecido del orden de los 20 mil. El resto, que aún está con vida, son quienes recibieron la indignante humillación de parte de este gobierno, con la propuesta recientemente ya ingresada al Congreso.
Qué “reparación” puede ser esta propuesta, cuando los datos indican que cada profesor debería haber sido compensado con cerca de 90 millones; y, a cambio, la cifra sería de 4 millones y medio, dividida en dos cuotas. Qué paradoja, por decirlo cortésmente, que dicha suma, es propuesta y vaya a ser aprobada por quienes ostentan un sueldo mensual por encima de esa cifra. Peor aún que, los dirigentes del gremio, actuando como vendepatrias, hayan declarado que se trata de un hito histórico y simbólico.
Pero la burla no termina ahí. Para saldar todo este “derroche de bondad” de este gobierno progresista, se darán un plazo de seis años, tal que, los con más suerte deberán esperar hasta enero del 2026 y otros deberán aguantarse hasta el 2031. Y para ablandar esta histórica y monumental bofetada, han recurrido al discurso de que fue “democráticamente” acordada por una votación de los afectados, donde sólo participaron 22 mil de los 58 mil profesores, que se hizo “medio camuflada”, por internet y en los dos días siguientes de la elección municipal y de gobernadores. Quién podría ver legítimo ese burdo plebiscito, que sólo convocó a un tercio de los profesores, adultos mayores que tuvieron que contestar on line; y que seguramente, aquellos que votaron a favor, lo hicieron con desesperanza, resignación y rabia, al ver que una reparación digna se desvaneció.
Muchos adultos mayores del pueblo, docentes entre 70 y 90 años, viven golpeados por las alzas en el costo de la vida y por enfermedades que acarrean costosos tratamientos médicos. Pero eso no importó a los creadores de esta mezquina propuesta, que ya fue aprobada por la Comisión de Educación de la Cámara, donde su presidenta Emilia Schneider, del Frente Amplio, sumó otra frase para el bronce, declarando que se trata de un paso histórico contra las injusticias y abusos de la dictadura. No es acaso, este proyecto que ella aplaude, lo más injusto y abusivo que podríamos hallar; más parece un homenaje a Pinochet y su herencia contra el pueblo trabajador.
Ahora habrá que esperar los siguientes trámites legislativos, pero no hay duda que Boric y sus amigotes, desean que esto pase “rapidito”, que pase inadvertido lo deleznable del fondo que conlleva este proyecto, para quedarse con el titular de que cumplieron el compromiso asumido. La derecha probablemente acompañe la idea, pues al fin y al cabo es un ofertón para el gasto fiscal; y menos probable es que jueguen el juego de torpedear las iniciativas del oficialismo.

Y si con todo lo dicho no hubiese algo peor, la guinda de la torta está en que la propuesta contempla que, al momento de recibir la migaja, el profesor deberá firmar un contrato extorsivo, renunciando a levantar en el futuro acciones judiciales contra el Estado en relación a lo adeudado. Así se aseguran, que el precedente de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que resolvió a favor de 846 profesores el pago de algo más de 86 millones, quede olvidado y sepultado. Así es y será el tono del legado de Boric y el gobierno de Apruebo Dignidad.
Como trabajadores, como revolucionarios, y especialmente como esa porción de profesores que lo dieron todo por sus alumnos, jóvenes y niños del pueblo, lo único correcto es denunciar y rechazar este atropello a la dignidad docente. Los profesores en ejercicio y los jóvenes que hoy van llegando a la profesión, no sólo deben solidarizar y defender a sus colegas, que muchas veces fueron o han sido guías para desarrollar su labor en las aulas, entregando su experiencia. Lo único valiente es Rebelarse y Luchar, ante cualquier iniquidad, que en este caso sobrepasa cualquier consideración humana con los más vulnerables, que tristemente seguirán dejando este mundo, sin que se haya hecho justicia.
Boric: tu pago de la deuda histórica es vergüenza histórica para los profesores.
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Diciembre, 2024.